Esta fotografía se la dedico a mi amigo Antonio, una persona entrañable que merece la pena conocer sin lugar a dudas. Siempre amable, siempre con una sonrisa en la cara. Un sobao, un vaso de leche, una porción de quesada, una conversación a media noche...final perfecto después de haber picado algo en Santillana del Mar, o simplemente después de un relajante paseo por sus calles adoquinadas.
¡Cantabria infinita!...y Santillana del Mar, ¡también!
© Miguel Ángel Santos Hidalgo
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